En mi aprendizaje de la Técnica Alexander, se me ocurrió que es lo más parecida a meditación sin ser meditación. Porque se trata de estar presente en el momento, en el cuerpo, en la mente, en la actividad aquí y ahora, con todo mi ser. Se trata de una integración física de todas las partes del cuerpo en la totalidad, y también de una atención viva a lo que estoy haciendo en este preciso momento, con todas las partes del cuerpo, con mis pensamientos, mi energía. Es una observación de mi misma que no excluye lo que está afuera de mí. De hecho es una atención expandida para incluir lo que está alrededor de mí tanto como a mi misma. Esto me trae tranquilidad porque ayuda a que esté en paz con mi misma, que las partes (físicas, mentales, emocionales, espirituales…) no estén luchando entre sí.

Pensé en esto mientras estaba cocinando. A mi me cuesta cocinar, tienda a ser una lucha, y muchas veces termina con molestia en la espalda. Ahora salteando ajo y berenjena me di cuenta que podría estar completamente presente en esa acción, sin dejar mi energía caer hacia abajo y sin estar pensando en otras cosas que preferiría estar haciendo. Estaba ahí, yo, el ajo y la berenjena. Y mi espalda estaba contenta. Yo estaba contenta. Creo que va a salir rico.